
✊ MANIFIESTO DE UN PENSADOR LIBRE
1. Pensar no es delito.
Cuestionar no me convierte en enemigo. Dudar no me hace sospechoso. Vivimos tiempos en los que pensar por uno mismo se penaliza con etiquetas, linchamientos o silenciamientos. Pero yo no voy a pedir permiso para ejercer mi libertad más elemental: la de pensar con mi propia cabeza.
2. No sigo banderas, sigo razones.
No me identifico con ideologías que reparten carnés de pureza. No necesito consignas de partido ni líderes a los que aplaudir. Me guía la razón, no la obediencia. La verdad, aunque duela, vale más que el aplauso fácil o el silencio cómodo.
3. La Constitución, leída, entendida y defendida.
No me hables de democracia si no conoces tus derechos. Yo leo la Constitución, la estudio y la exijo. No como fetiche, sino como herramienta. Si quienes gobiernan la ignoran, yo la recordaré. Artículo por artículo, con argumentos, no con eslóganes.
4. Callar ya no es neutral.
Cada vez que me quedo callado ante la mentira, cedo terreno. Cada vez que acepto el relato único sin rechistar, pierdo un poco de mi libertad. Yo no callo. No por rebeldía vacía, sino por responsabilidad. Porque la libertad de expresión se defiende ejercitándola.
5. Estoy amparado por la Ley.
Y la haré valer. No me voy a dejar intimidar por políticos, asociaciones, medios de comunicación ni plataformas. No estoy solo, estoy protegido por los derechos que me corresponden. Y si hace falta, los haré cumplir. Hasta la última coma.
6. No soy anónimo, pero tampoco sumiso.
Doy la cara. Con nombre y apellidos. No me escondo detrás de avatares ni de discursos genéricos. Hablo claro, con argumentos y con convicción. Y si incomodo, que así sea. Prefiero molestar pensando que agradar repitiendo.
7. No pretendo convencerte. Quiero que pienses.
No estoy aquí para decirte qué creer. No soy un gurú, ni un influencer, ni un predicador. Solo quiero que cuestiones, que dudes, que te preguntes. Si después de leerme sigues pensando igual, perfecto. Al menos, pensarás por ti mismo.