ARTÍCULO 9 DE LA CONSTITUCIÓN

Hay artículos que parecen diseñados para recordarnos que el papel lo aguanta todo. El 9 es uno de ellos. Habla de legalidad, jerarquía normativa y respeto a la Constitución. Es, en teoría, el dique que impide que el poder se desmadre. Pero, en la práctica, a menudo parece una cortina de humo tras la que se ocultan las trampas del sistema.

Este artículo intenta imponer límites a los poderes públicos, pero vivimos en una España donde el poder cambia de forma, no de fondo. Donde la ley se interpreta según quién gobierne, y la Constitución se invoca como arma arrojadiza, no como compromiso compartido. El artículo 9 es el espejo en el que se refleja nuestra incoherencia: pedimos igualdad y justicia, pero toleramos privilegios e impunidad.

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ARTÍCULO 9 DE LA CONSTITUCIÓN

📜 Texto original

Artículo 9 de la Constitución Española:

  1. Los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico.
  2. Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social.
  3. La Constitución garantiza el principio de legalidad, la jerarquía normativa, la publicidad de las normas, la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales, la seguridad jurídica, la responsabilidad y la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos.

Aquí tienes el enlace al texto oficial del Artículo 9 de la Constitución Española, publicado en el sitio web del Boletín Oficial del Estado (BOE):

Este recurso contiene el texto íntegro de la Constitución de 1978, permitiéndote acceder también a los artículos adyacentes y al índice completo.


🟢 Traducción a lenguaje sencillo

Este artículo dice que tanto los ciudadanos como los gobernantes deben obedecer la ley.
También exige que el Estado trabaje para que la libertad y la igualdad sean reales, no solo palabras.
Y establece que las normas deben ser públicas, claras, coherentes y no aplicarse con efecto retroactivo cuando perjudican a alguien.
En resumen: el poder no puede hacer lo que quiera, debe actuar dentro de la ley y sin arbitrariedades.


🕰️ Contexto histórico y político

El artículo 9 nació en la Transición, cuando España trataba de dejar atrás la dictadura y fundar un Estado de Derecho. Se redactó como garantía frente al abuso del poder, en una época en la que la arbitrariedad del Estado era una herida reciente. Pero también fue producto del consenso: un texto que debía sonar democrático sin incomodar a los viejos poderes. Por eso su tono es impecable, pero prudente. Habla de libertad, igualdad y responsabilidad, pero evita concretar mecanismos de control. Es, en parte, un compromiso entre la aspiración a la justicia y el miedo al conflicto.


⚖️ Posibles interpretaciones o debates

El artículo 9 genera debate porque establece principios que a menudo se incumplen. ¿Promueven los poderes públicos realmente la igualdad y la participación? ¿O la Constitución se cita solo cuando conviene políticamente? Muchos juristas ven en el punto 2 una promesa incumplida: las condiciones para la igualdad real siguen siendo más teóricas que efectivas.

Además, la “interdicción de la arbitrariedad” parece ignorarse cuando decisiones políticas o judiciales se justifican con argumentos ideológicos o partidistas. Hoy, la jerarquía normativa convive con decretos improvisados, leyes exprés y campañas mediáticas que presionan al poder judicial.


🔍 ¿Se cumple hoy en día? (reflexión crítica)

Solo en parte. España es formalmente un Estado de Derecho, pero la sujeción del poder a la ley es más estética que ética. Se cumple lo justo para mantener las apariencias. Los partidos gobiernan como si el artículo 9 fuera un consejo, no una obligación.

La igualdad real sigue siendo una promesa pendiente; la participación ciudadana, una ilusión ritual; la seguridad jurídica, un campo de batalla. Y la arbitrariedad… esa se ha vuelto sofisticada: ya no se impone con porra, sino con decreto, manipulación o relato mediático. El poder ya no viola la ley, la reinterpreta.


La opinión de SOY UN PENSADOR LIBRE

Cuando leo el artículo 9, no sé si sentir admiración o tristeza. Admiración, porque en su redacción hay un ideal noble: un país donde nadie esté por encima de la ley. Tristeza, porque hemos convertido ese ideal en un chiste de sobremesa. En España, la ley se aplica con un ojo en la urna y otro en la encuesta. Los poderosos la doblan sin romperla, los jueces la interpretan según el clima político, y el ciudadano la respeta más por miedo que por convicción.
La arbitrariedad no ha desaparecido; simplemente se ha vuelto educada, técnica, incluso “democrática”. Pero sigue siendo arbitrariedad.
Y lo más preocupante es nuestra resignación: aplaudimos la legalidad mientras toleramos la injusticia. El artículo 9 debería ser la base de nuestra convivencia, pero hoy parece más bien una pieza decorativa del museo constitucional. Y como buen país de escaparate, nos basta con eso.


Crítico, riguroso y libre. Aquí no se aceptan verdades impuestas ni filtros oficiales. Pensar es resistir. Sigue leyendo, cuestiona todo y construye tu propia visión, sin ideologías ni censura. Bienvenido a «Soy un pensador libre»

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